(Job 1:1-5)
Hay muchos hijos en este mundo, pero no siempre hay muchos padres para esos hijos. En nuestra sociedad actual estamos pasando momentos difíciles que perjudican nuestras familias, y una de ellas es la falta de un liderazgo efectivo por parte del hombre, quien ha dejado a un lado su responsabilidad y esto ha afectado todo un esquema establecido por Dios mismo. Pro.17:21 ”El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra; Y el padre del necio no se alegrará”.
Porque, es que no puede dársele el nombre de “padre” a quien no ha desempeñado esa función. El grito de dolor que se escucha en el alma de tantos hijos, no siempre es audible pero si es reconocible. Is.45:10 “¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?!”. Si le hiciéramos la pregunta a un hijo sobre el tipo de padre que le hubiese gustado tener, a lo mejor pasaríamos por un verdadero aprieto al percatarnos de cierto “déficit” en nuestra conducción paternal. El asunto pudiera ser porque hay padres que estuvieron con su hijo en su nacimiento pero no lo acompañaron en su crecimiento. A lo mejor le compraron un juguete pero nunca jugaron con ellos. Le pagaron para que otros le educaran pero nunca le su propia educación. Jer.20:15 "Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho". A lo mejor le compraron muchas Biblias, pero no le enseñaron la Palabra de Dios. Seguramente les llevaron hasta el templo y le mostraron la verdad, pero no le condujeron a conocer a Dios. Estos ejemplos no sólo pertenecen a nuestra generación.
Al buscar modelos de padres en la Biblia nos damos cuenta que no abundan mucho. Job llega a ser uno de esos pocos modelos. La actitud que tuvo hacia sus hijos se nos presenta como ejemplo a imitar y de obligada referencia. Hoy abordaremos este tema a través del tradicionalmente conocido Día del Padre. Este día presenta no sólo un concepto paternal, sino sacerdotal en el contexto de la familia. Ninguna función llega a ser más importante que ver al padre como “sacerdote de su familia”. El padre debe ser el Sacerdote de su familia, es el encargado de velar por la vida espiritual de su casa, el que lleva a su familia a la presencia de Dios y constantemente la presenta en oración como lo cita la palabra de Dios en Isaías 61:6 “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes”.
Me temo que este concepto pudiera ser extraño para algunos, pero el descuido de esta posición es lo que ha creado a un mundo con muchos hijos, pero ausentes de verdaderos padres.
El padre es el proveedor, el encargado de brindar el sustento y bienestar a su familia; aunque los tiempos han cambiado y en esta época la mujer también trabaja, no por eso quiere decir que el hombre debe dejar su responsabilidad, debe ser una responsabilidad compartida de común acuerdo para no dar mal testimonio a otros.
PROVEEDOR
1 Timoteo 5:8 “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”
El padre es el que da fortaleza y protección al hogar, es el que infunde valentía, el que esta vigilante de que a su familia no le falte ni le pase nada como lo hace Dios con nosotros. El padre es la persona que Dios ha preparado para llevar las riendas del hogar, hacer uso de la autoridad dada por Dios cuando sea necesaria y debe ser ejemplo a sus hijos.
Pro.13:1 “El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones”.
Pro.15:5 “El necio menosprecia el consejo de su padre; Mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente”.
La historia hebrea revela que el padre debía ser diligente en instruir a sus hijos en los caminos y las palabras del Señor para su propio desarrollo espiritual y bienestar. El padre que era obediente a los mandamientos de las Escrituras hacía esto justamente. La importancia primaria de este pasaje es la responsabilidad de los padres en el hogar de que los niños puedan ser criados en la “disciplina y amonestación del Señor”. Esto nos lleva a un pasaje en el Libro de los Proverbios 22:6-11; pero el verso 6, “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo (conforme se haga mayor) no se apartará de él.” Instruir, se refiere a las primeras enseñanzas que un padre y madre deben dar a su hijo, esto es, su educación temprana. El instruir tiene como objetivo colocar ante el niño la forma de vida prevista para él. El iniciar la educación del niño de esta manera es de gran importancia, al igual que un árbol sigue la inclinación de sus primeros tres años. Pro.10: 1 “El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre”.
No debe permitirse a los niños crecer sin vigilancia o control. Ellos deben ser instruidos, disciplinados y amonestados, para que adquieran conocimiento sobre el auto-control y la obediencia. Todo este proceso de educación debe ser en un nivel espiritual y cristiano (en el verdadero sentido de la palabra). Es la “disciplina y amonestación del Señor” el vehículo mediante la cual se alcanza el fin de la educación. Cualquier otro substituto o guía de educación, bien puede resultar en un desastroso fracaso. El elemento moral y espiritual de nuestra naturaleza es tan esencial y tan universal, como el intelectual. Por lo tanto, la espiritualidad es tan necesaria para el desarrollo de la mente como el conocimiento. Nuevamente Proverbios 1:7 nos dice, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová.”
"La esencia de un buen padre puede ser resumida en cuatro términos: protector, maestro, ejemplo, mentor. Los niños quienes crecen con padres que demuestran esas cualidades son los más afortunados del mundo."
Volvamos a libro de Job y allí encontraremos a ese padre ejemplar. ¿Qué tal la idea de un padre como un sacerdote?
I. BUSCA LA SANTIFICACION DE SUS HIJOS (ver. 5)
Un padre no puede estar feliz mientras sabe que sus hijos pudieran estar siendo alcanzados por el pecado. Estamos frecuentando una generación “maligna y perversa” como la describió Pedro en su sermón el día de pentecostés. Hay un “bombardeo” sin “misiles” contra la mente y la fortificación del alma de nuestros hijos. Su propósito es destruir sus valores y la pureza de sus más nobles sentimientos. Pro. 30:11 ” Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice.”
Lamentablemente mucha de la música que más se oye está cargada de tal sensualidad o rebelión que despierta los instintos de nuestros muchachos. Préstele atención a los temas que más se mueven y que están en el tope de la popularidad. La mayoría de las películas tienen un alto contenido de violencia, sexo, droga y perversión de los valores familiares. Detrás del mundo del internet pareciera haber una mente maestra que trabaja hasta lograr que se consuma todo el tipo del material pornográfico producido y a aquellos que van contra los valores familiares. Hay una alarma generalizada del creciente porcentaje de los jovencitos que ven esta clase de publicidad. La amenaza que pretende ensuciar la vida de nuestros hijos es muy grande, de allí la necesidad de padres que se levante como sacerdotes para buscar la santificación en ellos. Job tuvo la inteligencia que después que sus hijos tenían “sus banquetes en sus casas”(ver.4), deberían ser santificados. No sabemos que era en sí lo que él hacía, pero su actitud de enviar por ellos reflejaba su rol como padre de mantener a sus hijos lejos de la contaminación del pecado. Job estaba enterado de los “movimientos” de sus hijos, y esto es importante que cada padre lo sepa. El saber cuáles son los amigos con quien andan mis hijos, cuáles son sus tendencias y sus gustos. El conocer los posibles peligros a los que se están acercando, me ayudará a tener una conversación franca con ellos, así como traer la palabra sabia y oportuna en el momento adecuado. Miq.7:6 "Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa".
Como padre-sacerdote tengo la obligación de santificar a mis hijos. Soy responsable de su salud espiritual, pues esto es lo que les hará hijos diferentes en el futuro.
II. OFRECE SACRIFICIOS POR SUS HIJOS (ver. 5)
La otra función de un sacerdote es presentar los sacrificios delante de su Dios. Los holocaustos de los diferentes animales y por las diferentes faltas cometidas, era una actividad diaria por parte de tales hombres. Job tiene en mente esta figura. El pueblo que él representa es su propia familia. Las personas por quienes va a ofrecer sacrificio de “expiación” son sus propios hijos. Aquí tenemos un elocuente ejemplo de un padre responsable. Job no se limitaba a orar o interceder solamente por sus hijos. Un "encomendarlos al Señor" no es suficiente cuando se trataba de lidiar con el pecado en la vida de los hijos. Note la gran preocupación de Job: “Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones”. Esta suposición exigía un tratamiento especial. El pecado y la blasfemia contra Dios pueden ser las causas directas para una condenación eterna. Este padre sabía la gravedad a la que se exponían sus hijos si se les dejaba en esa condición. Años más tarde, precisamente un sacerdote, hizo todo lo contrario al trabajo de Job con sus hijos. La Biblia nos muestra la historia triste de Elí, quien irresponsablemente contribuyó en la condenación de sus propios hijos. Así los definió:
“Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová” (1 Sam. 2:17). Ellos murieron porque pecaron y blasfemaron en el nombre de Dios y Elí “no lo ha estorbado” (1 Sam. 3:13).
Por esta causa Job presentaba los sacrificios correspondientes a los pecados y las faltas de sus hijos. Hoy día no tenemos que hacer tales sacrificios para expiar el pecado, ¡ya Cristo ha hecho esto!, pero si hay sacrificios que necesitamos hacer por nuestros hijos. Ningún padre responsable permanecerá indiferente al saber que sus hijos no han conocido al Señor como su salvador. No podrá estar satisfecho al saber que sus hijos son rebeldes, groseros, desconsiderados, desobedientes e irresponsables. La instrucción debe comenzar en el corazón del padre. La Biblia dice en el capítulo seis de Deuteronomio, versículos cuatro al seis: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón”.
Continuará en una segunda parte.
Su Hno. Josué Nayib.